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La noche sin mí: un relato que funciona como bomba de tiempo y un gran trabajo interpretativo de Natalia Oreiro

La noche sin mí (Argentina/2025). Dirección: María Laura Berch, Laura Chiabrando. Guion: Laura Chiabrando. Fotografía: Diego Poleri. Música: Diego Vainer. Edición: María Astrauskas. Elenco: ...

La noche sin mí (Argentina/2025). Dirección: María Laura Berch, Laura Chiabrando. Guion: Laura Chiabrando. Fotografía: Diego Poleri. Música: Diego Vainer. Edición: María Astrauskas. Elenco: Natalia Oreiro, Pablo Cura, Matilde Creimer Chiabrando y Teo Inama Chiabrando. Duración: 67 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Cinetren. Nuestra opinión: buena.

Agobiante, opresiva. La noche sin mí, de María Laura Berch y Laura Chiabrando, comienza con el viaje en auto de Eva (Natalia Oreiro) a su casa. En la mujer hay tensión, una molestia no manifiesta que explota en sus facciones, en sus movimientos contenidos, en primeros planos cerrados que ejemplifican su encierro; y qué marcan, a manera de prólogo, el tono de lo que vendrá.

La llegada a su casa no significa ni sosiego ni liberación, sino la confirmación de una prisión construida alrededor de ella misma, que no ofrece ni siquiera un escape mental. La sospecha de haber atropellado a la mascota de la familia al llegar (aunque en un principio no hay rastros de ella), un marido brusco y abusador, dos hijos dependientes y verdaderamente insoportables, una hermana ausente en el cuidado de los padres, y una vida cotidiana detenida en el tiempo del “deber ser”. Para la protagonista no hay salida, más que seguir a control remoto, intentando conformar a todo el mundo. Y seguir siendo quien sabe que ya no quiere ser.

La noche sin mí es una bomba de tiempo, cuyo tic tac se vuelve cada vez más fuerte y ensordecedor conforme avanza la historia. No hay cable a tierra ni momento de respiro para Eva, su vida es un loop que la lleva cada vez más al borde de un abismo interior, y le hace perder su identidad, su condición de ser. Lo interesante en este aspecto es que, para que haya una verdadera liberación, tiene que haber también un objetivo: la necesidad de atravesar una circunstancia para poner rumbo a otra. Y la protagonista no lo tiene, sabe a dónde no quiere estar, pero no tiene idea hacia dónde ir. Ni cómo.

El hecho de que sea un film circunscrito al devenir de un solo personaje reafirma el trabajo de Natalia Oreiro al frente de la propuesta, el desafío de una actuación basada en la contención y en la introspección. La construcción de Eva parte del silencio, de la economía de recursos, de la expresividad como eje, por eso incómoda, molesta, porque lleva al espectador a convertirse en reflejo de ese desasosiego.

El trabajo de la actriz se amalgama a la perfección con la propuesta estética que proponen las directoras. Las imágenes narran aun cuando la cámara está quieta. Sea mirando la nada, o viéndose desnuda frente a un espejo, Eva transmite una muda desesperación, que grita en sus facciones, en lo no dicho, en pensamientos que por momentos llevan a dudar si pertenecen a la realidad o a la ficción.

La empatía del relato reside en ese registro de sobrecarga: cada gesto, cada mirada caída, anticipa una crisis contenida en una olla a presión que está siempre al límite, construyéndose un clima dramático y abrumador, que se apoya en relaciones universales, en mandatos, y en la desesperación por encontrar una salida que, ni siquiera esa clara cuando la oscuridad da paso a la luz.

Tal vez el punto más flaco de la propuesta sea el haberse concentrado tanto en el agobio, que va in crescendo casi en tiempo real. Una idea que en un formato de cortometraje era inapelable, al verse extendido a un formato de largo (por más que la película araña los 67 minutos) evidencia una ausencia de matices que la terminan perjudicando. Tampoco se trata de construir un arco tendiente al optimismo, pero sí de complejizar un poco más su excelente punto de partida, aun en su descenso hacia el abismo.

Ni el final esperable, ni el consuelo fácil, La noche sin mí es una invitación a convertirnos en voyeurs de la desesperación, de un relato amargo y a la vez tan cotidiano como el que suele haber en infinitos hogares. Dramas que carcomen desde adentro y que no es habitual, en este mundo de apariencias e individualidades, que salgan a la luz.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/la-noche-sin-mi-un-relato-que-funciona-como-bomba-de-tiempo-y-un-gran-trabajo-interpretativo-de-nid09102025/

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